Friday, August 27, 2010

Lets Go Bats 2 (Links de Descarga)


"Let's Go Bats" es un compilado Online de libre descarga, de bandas colombianas con la idea promover y dar a conocer sonidos "subterraneos" que pocos en el pais y el mundo han tenido la oportunidad de disfrutar.

El objetivo principal del compilado es llegar a las personas que se preguntan sobre como está el movimiento a nivel nacional de bandas de Post punk, Rock Gotico, Deathrock, Horror punk, Darkwave, New Wave, Dark Folk y demas generos similares, y/o afines al Gotico.

Esta es una muestra de que si existen bandas en colombia tocando y haciendo buena musica con esta tendencia, y en esta ocasion tenemos la oportunidad de conocer algo de su trabajo, como tambien una plataforma para ser escuchados en todo el mundo. Lo mejor de todo: los links de descarga son TOTALMENTE GRATUITOS y la idea es hacerlos llegar a la mayor cantidad de gente posible, asi que si os gusta no debeis dudar en compartirlo .

El compilado está publicado en diversos medios online como paginas, myspace, blogs, facebook, etc (no solo de colombia).

Os agradesco su atencion, tiempo y dedicacion, si  deciden descargar el compilado agradecería infinitamente que me hicieran saber vuestra opinion.

Links de Descarga (Copia y pega el link de tu preferencia en la barra de tu explorador):
http://rapidshare.com/files/415322757/V.A._-_Let_s_Go_Bats_2_Colombia.rar.html
http://www.divshare.com/download/12383264-dbe
http://hotfile.com/dl/64965966/e2135e3/V.A..html
http://www.megaupload.com/?d=STSSNQ7Z
http://www.mediafire.com/?xmgpculdb6a9hn5 



Saturday, June 05, 2010

Apuntes sobre soledad y aislamiento social


La principal causa que impulsó la elaboración de este documento es la inserción de la duda sobre un concepto que pensaba estaba claramente definido y establecido en mi, básicamente, especulaba acerca de lo que podría ser la necesidad de un gregarismo netamente moral, dejando de lado las propiedades del tipo  innato que el hombre presenta en cuanto a ser social que supuestamente es.


Desde hace tiempo esta idea me viene dando vueltas en la cabeza, generalmente,  reflexiones fugaces que me sobrevienen  espontáneamente y en cualquier momento. Hasta hace unas pocas semanas creí que había llegado a una conclusión con respecto al tema anteriormente señalado: Concebir la soledad como un punto álgido al que solo pocos humanos son capaces de someterse por voluntad propia. En general esta conducta se nos presenta como aversiva y es juzgada comúnmente como nociva; en lo personal, estaba convencido de que las personas que optaban por tomar la soledad o el aislamiento social eran excepcionales, porque transformaban algo que parecía superficialmente perjudicial en algo constructivo, poniéndolos de cierto modo en un grado más alto hacia la deshumanización ideal. Con deshumanización me refiero al proceso que resulta del aislamiento de las conductas más instintivas del hombre (sexo, carnalidad, corporalidad excesiva, egoísmo puro, etc.) Suelo pensar en este término para complacencia de  aquellos que les gusta ser llamados “humanos” por el mero hecho de pertenecer a la especie “homo sapiens”, entonces, consumo una relación similar a la siguiente: Si ellos son humanos, entonces los “desertores” de las costumbres más arraigadas de las culturas, tradiciones, que normalmente se hacen ver como símbolo de la evolución del hombre no podrían considerarse como simples humanos, así que amablemente me atreveré a llamarlos seres  deshumanizados (Ahora se pueden hacer una idea clara sobre mi concepto de hombre, aunque ese no es el tema de este articulo); Debo admitir también que esta idea puede tornarse un poco narcisista  porque me considero integrante, en ocasiones, de ese selecto grupo de personas. 


Lo que he podido denotar ciertamente, es que, de una manera un poco empirista estoy comprobando que la soledad, o el mero hecho de estar aislado de ciertos núcleos sociales aumenta las probabilidades o la predisposición para tornarse y convertirse hacia un estado netamente aversivo, sobre todo si se es expuesto a este en las etapas de la niñez y la adolescencia; gracias a los múltiples ejemplos que he podido conocer gracias a diferentes medios, podría llegar a la atrevida conclusión de que en la mayoría de casos, las personas pertenecientes a las etapas previamente mencionadas (niñez y adolescencia) y en algunos casos hasta la juventud y que ostentan estados de aislamiento social la mayor parte del tiempo, no son felices, y presentan cuadros depresivos, baja autoestima e incluso tendencias suicidas. Con esto no quiero decir que siempre se presenten este tipo de conductas, porque de hecho para mí no es aceptable considerar palabras como SIEMPRE o NUNCA, dado de aquella excepción a la regla que casi siempre está presente.


En realidad, nos han vendido dos caras opuestas del mundo, las dos caras opuestas de la moneda, dos caras totalmente distintas de una misma cosa: “la soledad”. Mientras algunos recalcan sobre el carácter nocivo y perjudicial, otros más indecisos la presentan como el único camino aceptable que se puede tomar. En cuanto a esto le daría más crédito a los primeros porque por lo menos ellos están convencidos de lo que dicen, mientras que por otra parte, son contadas las excepciones de las personas que en realidad toman la soledad como un estilo de vida, por lo menos he sido testigo de los alardes enormes que realizan ciertos personajes con respecto a este tema, alardes que solo demuestran su estupidez, y la necesidad que sienten al parecer por mentir… En fin…


Sin lugar a dudas, es triste darse cuenta de que los pensamientos y las convicciones que uno se ha propuesto a mantener pueden estar tan equivocadas o quizás tan desviadas de una realidad objetiva, a veces esto genera un sentimiento de autocompasión, de lastima hacia uno mismo, y es entonces donde se sobreponen pensamientos que a la mayoría parecerán fatalistas pero que al ser analizados desde un punto de vista menos subjetivo y no tan moral no suenan tan incoherentes, ideas sobre discusiones sobre la esencia que se puede o no tener, sobre la carencia de identidad propia, sobre lo desalentador que puede ser el darse cuenta que solo somos un reflejo fatalista de nuestros padres, de nuestra familia, de nuestra época, y se llega incluso a la conclusión que como ser humano no se ha sido capaz de aportar nada nuevo a un mundo en el que al parecer todo ya está hecho. Se toma consciencia además, sobre la posibilidad de que el sistema de creencias propio esté construido sobre bases de papel…


A modo de complemento y como algo  interesante que quisiera retomar en este punto de la discusión, es un caso puntual que puede tener relación con el tema central de este artículo, en cuanto a lo pernicioso que puede ser el abandono y la soledad. Este aparte proviene de una experiencia personal que generó un interrogante que surgió gracias al contacto cercano que tuve con una dama a la que reconozco querer en exceso y que al parecer está impedida para autoreconocerse como hermosa, como seguramente es, como sin duda he percibido a lo largo del tiempo, un ser bello, trágico y a mi modo de ver, fatal en el buen sentido de la palabra. Habiendo aclarado esto… ¿Cómo es posible que un ser  excesivamente bello se pueda percibir e interpretar de un modo tan erróneo frente al espejo? 


Hoy en día considero que el problema no radica en cual bella se concibe una persona, porque, finalmente la belleza es algo efímero,  pasajero,  momentáneo y subjetivo, en este punto es necesario diferenciar la belleza que yo denominaría “esencial” o integral que puede tener cualquier ser, de la belleza netamente física y visual, puesto que las dos, son cosas totalmente distintas, aunque en determinado punto, pueden llegar a perfilarse como complementos perfectos, como sea, el verdadero meollo del asunto está en el vacio emocional y espiritual que acompaña muchas veces el abandono que desencadena la soledad. Tal vacio deroga cualquier concepción de belleza hacia un punto en el cual ésta, por más evidente que sea no tiene importancia alguna. 


Lo realmente curioso de todo esto es que justamente mientras esta cantidad de información taladraba indefinidamente en mi nebulosa mente, me encuentro con un texto en el cual se presenta a el hombre por naturaleza social, y aunque esta idea aun no me cala por completo, en el texto acerca de la teoría del conocimiento de Sergio Rábade y en el cual se aborda el tema del conocimiento desde la dimensión social del hombre están presente una serie de ideas que me causaron particular interés gracias a que poseen una lógica innegable. Por ejemplo, en el capitulo ocho se menciona que, como tal hombre social, nuestro comportamiento cognoscitivo es, al menos también un comportamiento socialmente adquirido, y se hace referencia a una fuerte deuda que el hombre tiene con la sociedad, deuda que parte desde el mismo hecho de inculcarle el lenguaje, algo fundamental para el desarrollo de la cognición humana, se presenta a la sociedad como el ente integrador de todos sus miembros hacia un universo simbólico, ofreciendo así un patrimonio de conocimiento que le es necesario y está a disposición de cada uno, de este modo, consciente o inconscientemente cada uno se va apropiando de este patrimonio, quedando en manifiesta dependencia de él la adquisición o no de los conocimientos, situación que solo se presenta en el desarrollo de un estado crítico y reflexivo.


Sin embargo, considero que estamos ante una sociedad opresiva que no otorga libertades individuales ni mucho menos recompensa a la diferencia. Incluso, para ser considerado “normal” es necesario seguir una rutina compleja de cánones previamente establecidos por moralidades de doble cara, o quizás por una cultura que al parecer es el resultado de un proceso exitoso de evolución. 

Como conclusión general, podemos establecer la clara necesidad que presenta el ser humano en sus años iníciales de vida por construir sus primeros pinos de conocimiento, que van a estar representados en su personalidad, actitudes y valores. Al parecer la sociedad puede cubrir esta necesidad satisfactoriamente. Pero, algo en lo que  me gustaría hacer énfasis y  como objeto que considero muy importante para tener en cuenta aun más que desvariar infinitamente sin la posibilidad de llegar  a un desenlace cultural y textual que satisfaga las necesidades de todos los que puedan tornarse lectores de este o cualquier texto, creo que es necesario inculcarle al niño, la posibilidad de discernir y elegir entre tomar o no consciencia de sí mismo y de experimentar o no la comodidad que se puede gozar en el regazo de la ignorancia o la dolorosa incomodes a la que  podría estar expuesto si se afianzara como un sobrio pensador critico y sensato ,y  que, diariamente, podría incluso, estar más próximo a completar finalmente  un estado macabro de desesperación o incluso  “locura”.  





Saturday, May 22, 2010

Mañana Lloverá By Luis Bermer

Hace un par de años un buen amigo del que, a propósito hace rato no se mucho me envió un relato, que me cautivó sin duda alguna,  es un texto corto, conciso, como me suelen gustar las cosas. Desconosco a que recóndito espacio virtual pertenesca , pero por suerte conosco su autor, lo que me libra de caer en un asalto a mano armada de la buena fé de quien lo escribió. Para no alargarme más, os dejo "mañana lloverá", un relato denso y que se ajusta a las vivencias que he tenido años atras... 


Mañana lloverá


La última clase es siempre la peor. El cansancio acumulado durante la mañana finalmente vence nuestras fuerzas y nos oprime contra los pupitres. Hoy ha sido otro día vacío de significados, tal vez porque el gran hueco que deja el autoengaño al desvanecerse no puede ser ocupado por las pasajeras afectividades cotidianas.

El profesor expone en voz alta su interesante monólogo sobre la lógica kantiana. Al igual que los escritores, los filósofos son seres curiosamente extraños. Todos parecen escandalizarse ante la simplicidad del monótono ciclo de la vida y, para evitar la desesperación, dedican su tiempo a la creación de posibilidades razonables, mundos paralelos, complejas interconexiones conceptuales de difícil comprensión, realidades no acontecidas y toda una extensa gama de metafísicas ridículamente humanas; como si lo que es pudiera adentrarse un poquito en lo que jamás podrá llegar a ser. Aquel que no reconoce sus límites está irremisiblemente condenado a chocar contra ellos, y los ahogados bufidos de la clase parecen confirmar lo que pienso.

Al mirar por la ventana puedo captar la fluctuación de memorias olvidadas, sin sentido ni rumbo en el subconsciente. El aire dobla las malas hierbas que crecen junto al edificio y el cielo parece cubierto de ceniza; es muy probable que llueva.

Estoy empezando a sentirme mal. La cabeza me da vueltas, las formas parecen desdibujarse en manchas difusas ante mis ojos. Un agudo malestar constriñe ni vientre; creo que estoy enfermando por momentos.

Con gran esfuerzo consigo ponerme en pie -todos giran sus inexpresivos rostros hacia el novedoso estímulo- señalando la puerta con una mano mientras apoyo la otra sobre la mesa para no caer de bruces en el suelo. El profesor hace un indescriptible movimiento con su brazo sin interrumpir su discurso, que yo interpreto como la concesión del permiso para abandonar el aula, aunque de igual modo podría ser un recurso más de su repertorio gestual, tan histriónicamente explotado en la explicación de sus abstracciones.

Cierro la puerta a mi espalda y me dirijo hacia los servicios a paso ligero. Algo está bullendo, cambiando en mi interior, pero no siento ningún dolor. Comienza a escocerme el brazo derecho. Desabrocho la manga de mi camisa y, para mi sorpresa, compruebo que tengo el antebrazo despellejado, en carne viva; puedo ver el fino entramado de vasos sanguíneos que recorren mi extremidad descubierta, aunque sigo sin sentir el más mínimo dolor.

Un intenso olor a orín me golpea al entrar en la estancia de azulejos blancos. Antes de llegar a los lavabos una repentina arcada convulsiona mi cuerpo y vomito un espeso líquido negro. Caigo de rodillas al suelo con los brazos extendidos para evitar el terrible golpe y mi brazo derecho se rompe con un sonoro crujido. Al incorporarme veo mi brazo astillado flotando en el charco oscuro.

Tambaleándome intento volver hacia la clase. Una nueva arcada recorre mi tembloroso cuerpo. La masa de mis intestinos rasga la carne, rompiendo la camisa, irrumpiendo al exterior; en un acto reflejo, intento inútilmente mantenerla en su lugar con mi brazo izquierdo. No sé lo que está ocurriéndome, no siento nada.
Toda mi epidermis comienza a replegarse sobre sí misma como pergamino viejo y mi carne se cae a pedazos a cada paso. El maxilar inferior se desprende de mi cráneo y mi ojo derecho queda colgando del nervio óptico; lo arranco con un rápido tirón para no perder la estabilidad visual. El dolor físico es ahora sólo el recuerdo de una sensación inexistente.



Entre no pocos esfuerzos consigo abrir la puerta del aula. Durante una décima de segundo, mi único ojo percibe fugazmente todos los rostros de los alumnos, justo un instante anterior a su transformación en máscaras de puro terror. Intento hablar, pero me resulta imposible. Gritos inconcebibles inundan la clase cuando la percepción colectiva se hace real y efectiva. Muchos caen desvanecidos sobre sus mesas, otros quedan paralizados por el horror. Mi aspecto ha de ser espantoso, aunque lo cierto es que, mentalmente, sigo siendo yo.



Me arrastro lentamente hacia la tarima del profesor, que yace sobre ella con los ojos en blanco. Tras de mí escucho los aullidos dementes de los que consiguen escapar, cada vez más lejanos, reverberando por los amplios pasillos vacíos.Mi cuerpo carece ya de los elementos y energía que lo sustentaban normalmente y caigo hacia delante, decapitándome con el borde de la mesa del profesor; mi cabeza queda encima, cerca de la ventana.

Soy sólo consciencia.
Soy materia insensible...



Puedo ver sobre las montañas del horizonte una bandada de pájaros alejándose. El cielo que todo lo cubre está hilvanado con nubes grises.



Mañana lloverá...

Autor: Luis Bermer


Nuevo Sistema de Calificación de entradas

Mis queridos, pocos y consistentes e inconsistentes blogeros, me place saludarlos un nuevo día. El motivo de esta entrada es para informaros sobre el nuevo sistema de calificación de entradas, esto os permitirá hacerme saber tanto a mi, como a los otros lectores que tan interesante os ha parecido cada entrada, el sistema es sencillo, solo debeís seleccionar el "nivel de conformidad" con el que esteis de acuerdo, y clickear sobre este, No siendo mas por ahora, reciban mi atento y cordial saludo desde la cofradía de las sombras...

J. Corvinus

Sunday, May 02, 2010

Oscuridad: Dulce y Reveladora



En las etapas iníciales del cortejo los amantes parecen estar refugiados y respaldados por una aparente “Oscuridad”. Así, un pequeño halo de luz les permite decidir qué parte en específico enseñar u ocultar. Sin embargo, cuando el amor se fortalece, se torna tan intenso, que es capaz de iluminar aquel sombrío recinto en el que conviven los nuevos amantes, y de este modo, se descubre la totalidad de sus habitantes, enseñando a veces, los horrores a los que estos han sido sometidos, o incluso las condiciones ominosas de sus auras y sus espíritus. Lo Paradójico aquí es que, cuando se hace evidente un posible fortalecimiento de esta entidad conocida y creada por eros, la misma, incurre en grave riesgo de muerte...

Tuesday, March 30, 2010

A Elena - Edgar Allan Poe

Siguiendo el ejemplo de mi buen amigo el "Dr Chacal" Me he decidido por fin a colgar un poema de este fabuloso escritor, es un poema en extremo romantico y hermoso, aprovecho la oportunidad para comunicaros que estaré pendiente de ahora en adelante de este, mi blog que tenia abandonado hace mucho tiempo, trataré igualmente de estarlo actualizando y mejorando, no siendo mas, el poema previamente mencionado..




A Elena.
Edgar Allan Poe.

Te ví una vez, sólo una vez, hace años:
no debo decir cuantos, pero no muchos.
Era una medianoche de julio,
y de luna llena que, como tu alma,
cerníase también en el firmamento,
y buscaba con afán un sendero a través de él.

Caía un plateado velo de luz, con la quietud,
la pena y el sopor sobre los rostros vueltos
a la bóveda de mil rosas que crecen en aquel jardín encantado,
donde el viento sólo deambula sigiloso, en puntas de pie.

Caía sobre los rostros vueltos hacia el cielo
de estas rosas que exhalaban,
a cambio de la tierna luz recibida,
sus ardorosas almas en el morir extático.

Caía sobre los rostros vueltos hacia la noche
de estas rosas que sonreían y morían,
hechizadas por tí,
y por la poesía de tu presencia.

Vestida de blanco, sobre un campo de violetas, te vi medio reclinada,
mientras la luna se derramaba sobre los rostros vueltos
hacia el firmamento de las rosas, y sobre tu rostro,
también vuelto hacia el vacío, ¡Ah! por la Tristeza.

¿No fue el Destino el que esta noche de julio,
no fue el Destino, cuyo nombre es también Dolor,
el que me detuvo ante la puerta de aquel jardín
a respirar el aroma de aquellas rosas dormidas?

No se oía pisada alguna;
el odiado mundo entero dormía,
salvo tú y yo (¡Oh, Cielos, cómo arde mi corazón
al reunir estas dos palabras!).

Salvo tú y yo únicamente.
Yo me detuve, miré... y en un instante
todo desapareció de mi vista
(Era de hecho, un Jardín encantado).

El resplandor de la luna desapareció,
también las blandas hierbas y las veredas sinuosas,
desaparecieron los árboles lozanos y las flores venturosas;
el mismo perfume de las rosas en el aire expiró.

Todo, todo murió,
salvo tú;
salvo la divina luz en tus ojos,
el alma de tus ojos alzados hacia el cielo.

Ellos fueron lo único que vi;
ellos fueron el mundo entero para mí:
ellos fueron lo único que vi durante horas,
lo único que vi hasta que la luna se puso.

¡Qué extrañas historias parecen yacer
escritas en esas cristalinas, celestiales esferas!
¡Qué sereno mar vacío de orgullo!
¡Qué osadía de ambición!

Más ¡qué profunda, qué insondable capacidad de amor!
Pero al fin, Diana descendió hacia occidente
envuelta en nubes tempestuosas; y tú,
espectro entre los árboles sepulcrales, te desvaneciste.

Sólo tus ojos quedaron.
Ellos no quisieron irse
(todavía no se han ido).
Alumbraron mi senda solitaria de regreso al hogar.

Ellos no me han abandonado un instante
(como hicieron mis esperanzas) desde entonces.
Me siguen, me conducen a través de los años;
son mis Amos, y yo su esclavo.

Su oficio es iluminar y enardecer;
mi deber, ser salvado por su luz resplandeciente,
y ser purificado en su eléctrico fuego,
santificado en su elisíaco fuego.

Ellos colman mi alma de Belleza
(que es esperanza), y resplandecen en lo alto,
estrellas ante las cuales me arrodillo
en las tristes y silenciosas vigilias de la noche.

Aun en medio de fulgor meridiano del día los veo:
dos planetas claros,
centelleantes como Venus,
cuyo dulce brillo no extingue el sol.